5.- EL CASO DEL LECHERO DE SEVILLA

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Cuando hace unos cuatro años me topé  con este ejemplar no podía ni creer lo que ponía en su texto identificativo: «Spain. Sevilla. Delivering milk, which is carried in large cans by the donkey», lo que traduje mentalmente como: «España. Sevilla. Transportando en burro la leche en grandes recipientes de lata «. Se trataba de una tarjeta postal fotográfica, editada por The Hispanic Society of America, y que tenía como numeración la H-503.

En este organismo neoyorquino, fundado por Milton Archer Huntington en 1904, se conservan todo tipo de obras artísticas concernientes a España e Iberoamérica. Entre sus fondos se encuentra un gigantesco archivo con más de 175.00 originales fotográficos, buena parte de ellos datados entre 1850 y 1930. Para su público norteamericano imprimió hacia 1928 una colección de postales con vistas de ciudades, sus monumentos, sus gentes y sus costumbres, que se distribuyó gratuitamente entre las bibliotecas de Estados Unidos, serie a la que pertenece la citada postal. Se componía de 544 modelos, con imágenes de varios países hispanoamericanos y, principalmente, de España, de la que eran casi la mitad de los números. Las postales granadinas son las más abundantes, pues con casi 70 variedades viene a ser algo menos del 15% de toda la colección.

Era evidente que esta postal sevillana era realmente granadina, y así me lo corroboró el Cartófilo Empedernido. Hablamos de que el edificio que hay al fondo a la izquierda era, ni más ni menos, el antiguo hotel Alameda, cuyo nombre vemos completamente desenfocado en el cartel colocado en los balcones del segundo piso. La esquina del edifico más a la derecha sería en el que estaba el café Alameda, lugar donde se juntaba la tertulia del Rinconcillo, a la que pertenecía Federico García Lorca y otros intelectuales granadinos. A la derecha del todo se ve un pequeño trozo del palacio de Bibataubín, que tenía un uso militar como cuartel de Artillería, antes de que en los años treinta pasase a ser la sede de la Diputación Provincial. Los grandes árboles deshojados del centro son los mismos que actualmente sobreviven en la plaza del Campillo Bajo. Por lo tanto, había hecho bien en adquirir esta postal para ir completando mis álbumes de postales antiguas granadinas.

Este ejemplar es de los que en Francia denominan «les petites metiers», es decir, en los que el protagonismo lo tienen personas mientras ejercen su actividad laboral, la mayoría de las veces ambulante. En este caso, el personaje aparece abrigado en un día aparentemente muy frío, transportando en su burro cuatro vasijas metálicas terminadas en cuellos estrechos y largos.

Iguales a estos son los recipientes que transportan los burros de otros individuos que vemos en otras postales antiguas de Granada, y siempre identificando a dichos personajes como aguadores. Lo cual dejaría de nuevo en entredicho el título de la postal de la ilustración, que decía que nuestro hombre era un lechero. Lo que ha podido provocar este error es, entre otras cosas, es que este aguador de la postal americana ha dejado de decorar, como era costumbre, el hueco donde coloca las garrafas con ese cúmulo de hierbas que hacía parecer más fresca el agua que contenía, cosa que ahora parecería innecesaria, pues por el aspecto climático de la escena el agua iba a estar fresca más que de sobra, por no decir casi helada. No siendo Granada la única ciudad con profesionales de este tipo, sin embargo, a nivel de postales, es la que más y mejores ejemplos, con gran diferencia,  ha dado a la cartofilia nacional. Y este es, sin duda, uno de estos casos, y de los realizados más tardíamente.

Ya el Cartófilo Empedernido, una vez leído este texto, con la sagacidad que le ha dado los años, más su experiencia tras haber visto miles y miles y miles de postales antiguas, me dijo que el titular que había puesto a este articulito se había quedado más que corto, que hubiera acertado completamente con este otro más largo: «El caso del lechero de Sevilla, que ni vendía leche ni era sevillano». Otra vez, mi amigo coleccionista me había vuelto a dar una lección.

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